Bienvivido y Bienvivida

BUENO, EN EL FONDO, FONDO, FONDO, NO EXISTIMOS.

sábado, 5 de marzo de 2011

El hombre de la pipa (Parte VI)

                                       
Ilustraciones y comentarios de Emilio Blázquez

De regreso en palacio la princesa preguntó a su esclava cuál había sido la causa de que su orden no se cumpliera. La esclava contóle la afrenta de que había sido objeto.
-¿Acaso había clientes esperando turno cuando llegaste? –se interesó la princesa.
La esclava lo admitió, y la princesa insistió:
-¿No sería que te quisiste adelantar a todos?
-Así fue, en efecto –confesó la esclava.
Al oír esto la princesa diole a su vez otra bofetada en la mejilla contraria y la expulsó de su presencia. Llegada la noche la princesa en persona se deslizó a escondidas hasta la pastelería y, pegándose a la puerta espió el interior a través de unas grietas de la madera. Así vio cómo el doncel se despojaba de las tripas y sacudía su largo y ensortijado cabello. Ella quedó prendada de su hermosura, y al volver a palacio se dirigió directamente a la alcoba de su padre y le habló como sigue:
-Padre querido, piensa en el porvenir. Tus únicos herederos somos tus cinco hijas, pues careces de varones. ¿Qué será de tu reino el día de tu muerte sin hombre que te suceda? ¿No sería más acertado que nos casaras con cinco hombres honrados y así podrás elegir entre ellos a quien te suceda ese aciago día.

La princesa se quedó cautivada ante el hecho de que alguien tuviera tamaña integridad , como una conexión de almas. El hecho que aparezca una nueva princesa tiene que ver con la transformación de nuestra pareja interna. No es la misma pareja interna la que tenemos a los cinco, a los catorce o a los cuarenta años. La nueva belleza del antihéroe obedece a la transformación que se opera en su interior.

El rey se tomó algún tiempo antes de dar una respuesta, pero al fin dijo a su hija, que era la más pequeña y preferida suya:
-En verdad me has dado un buen consejo. Mañana haré pública mi intención de casaros y convocaré a todos lo jóvenes núbiles a la Gran Sala; allí haréis vuestra elección.
Las órdenes del rey se divulgaron y en las casas de los ricos, jueces y ministros reinó gran agitación. Vistieron los donceles sus mejores galas y acudieron a la cita de palacio. Cuando todos se hallaron reunidos en la Gran Sala, diole el monarca a cada una de sus hijas una manzana y un pañuelo, y les dijo:
-Aquel a quien diéreis la manzana y el pañuelo será vuestro marido.
Los jóvenes desfilaron ante las princesas y, una antes y otra después, cada una fue entregando su manzana y su pañuelo al elegido de su corazón. Tan sólo la más joven se abstuvo de hacerlo, ya que el ayudante del pastelero no se encontraba entre los invitados. Al advertirlo el rey preguntó a su hija la razón de tal comportamiento, a lo que ella respondió con este ruego:
-Concédeme, padre mío, que, a éstos, inviten a tu Sala a todos los mendigos, holgazanes y tiñosos que hallen en la ciudad; tal vez entre ellos se encuentre el destinado a ser mi marido.
Como el rey la amaba tiernamente, se plegó a la voluntad de su hija y envió a su guardia, calle por calle, a cumplir tan extraño deseo. Ejecutando su cometido, llegaron los soldados a llamar a la puerta del pastelero, que se asustó muchísimo pensando que venían a castigarle por el incidente de la bofetada a la esclava de la princesa. Y, en efecto, cuando abrió la puerta, los soldados agarraron sin más palabras a su asistente y lo condujeron a palacio. El pobre pastelero lo siguió muerto de miedo por ver qué pasaba con su valioso ayudante.
Después que todos los mendigos y holgazanes habían desfilado por delante de la princesa, arrastraron también al tiñoso hasta sus pies, y ella, reconociéndolo al punto, le entregó su manzana y su pañuelo. Acto seguido celebróse la quíntuple boda, aunque los yernos procedentes de familias acomodadas evitaban cualquier contacto con el supuesto tiñoso. Pero hete aquí que el rey cayó enfermo y su estado de salud se fue empeorando de día en día. Conminó a sus sabios y consejeros a que averiguasen el remedio para su mal y el lugar del mundo en donde se encontraba, y ellos le respondieron:
-Debes mandar en su búsqueda a tus cinco yernos: son ellos quienes deben traer el remedio para ese mal que te aflige.  
                                       
CONTINUARÁ


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