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miércoles, 29 de junio de 2011

Educación infantil para adultos. Nietzsche. (parte XVI)

Fragmento del ensayo de Guennadi Búrquez  VER ENLACE
Viñetas del libro El espíritu dionisíaco de Frtiz Perls.


                                    El NIÑO DE NIETZSCHE


La esencia de este ensayo es una frase de Así hablaba Zaratustra de Nietzsche: “Les indico las tres transformaciones del espíritu: cómo el espíritu se convierte en camello, cómo el camello se convierte en león, y cómo finalmente el león se convierte en niño.” Gilles Deleuze, en su libro Nietzsche , hace un comentario muy interesante de la cita anterior. Él dice que el espíritu convertido en camello significa la carga moral de los hombres, de los esclavos que llevan en sus espaldas el peso de tradiciones, educación, creencias, ideologías, moralina , virtudes rancias y todo el peso del pasado. Cuando el camello se transforma en león es cuando nace el filósofo, aquel que cuestiona los intereses creados, la falsa moral y toda la forma de vida de su tiempo. La metamorfosis final es hermosa: el filósofo se vuelve niño. Ahora es inocente, ligero, sin prejuicios, sin moral, más allá de la carga de la sociedad: “Ahora soy ligero; ahora vuelo; ahora me veo debajo de mí; ahora un dios baila a través de mí”. Un niño es un ser libre, verdaderamente libre y despierto. Tal y como dijo el ermitaño a Zaratustra cuando recién bajó de la montaña: “Ha cambiado Zaratustra; se ha hecho niño. Se ha despertado Zaratustra. ¿Qué quieres hacer entre los dormidos?". Nietzsche entendió que la primera y la última libertad es la de un niño y la de ser como niño: “Es el niño inocencia y olvido, un nuevo comienzo, un juego, una rueda que echa a girar espontáneamente, un movimiento inicial, un santo decir ¡sí!”. Las tradiciones llamadas espirituales hablan de la necesidad de que un hombre se haga niño antes de que pueda acceder a un nuevo estado de ser. Cristo lo mencionó: “De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos”. Los maestros zen dicen a sus discípulos: “Ve y encuentra el rostro que tenías al nacer” o “Ve y encuentra el rostro que tendrás al morir”. Lo relacionado con los maestros zen es muy importante porque ellos son simplemente niños: espontáneos, francamente ignorantes y llenos de asombro y de recursos ilimitados. El Zaratustra de Nietzsche es extraordinario por sus símbolos que describen con tanta exactitud la psicología del hombre. Uno de estos símbolos es el cadáver que Zaratustra llevaba en su espalda y del cual se puede decir que representa también el peso que todo hombre carga, el pasado muerto, lo que es inerte y humano, demasiado humano .



El cadáver es el ego, la personalidad que un hombre está obligado a cargar durante toda su vida, acaso sin darse cuenta que en cualquier momento puede sepultarlo y continuar su camino en total libertad: “!Adiós, primer compañero mío! Te he dado buena sepultura en el tronco hueco de este árbol; te he protegido bien contra los lobos”. Zaratustra alimentó y protegió su personalidad (ego, cultura, educación) y ahora le abandona porque comprende el gran peso que representa. La transformación del filósofo en niño es a lo que se refieren los Evangelios cuando en ellos se habla de metanoia y que fue mal traducido por arrepentimiento . Metanoia significa “ir más allá del estado mental ordinario” y el proceso para llegar a este estado coincide con el descrito por Nietzsche en las transformaciones del espíritu que ya cité: “Metanoia Significa realmente ‘un nuevo tipo de percepción’ o ‘un nuevo estado de consciencia’. Para llegar a la metanoia uno tiene que apartarse de la orthonoia, el estado mental ordinario, a través de la paranoia, un estado de desarreglo y reestructuración de la psique, con el fin de destruir el ego.”

La libertad externa no es posible, siempre habrá factores que esclavicen al hombre desde fuera, la única posibilidad es lograr la libertad de un niño de la que ya se habló. No digo que sea necesario tirar todo a la basura y quedar vacío, la idea es liberarse de las cargas morales, religiosas, sociales y de pensamiento que son las cadenas invisibles de todos los hombres. El problema es que esta carga impide dar una respuesta total al momento presente, siempre es el pasado quien responde y el pasado es muerto y determina cada momento cuando cada momento es distinto. Estar presente aquí y ahora es la clave de la libertad porque con este sencillo acto la mente desaparece y el camello se convierte en niño. La mente con todos sus condicionamientos es el tiempo: siempre está en el pasado (recuerdos) o en el futuro (sueños, deseos, aspiraciones) pero nunca aquí y ahora. Cuando se logre trascender la mente será como en el Apocalipsis: “Y el tiempo no será más”.


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