Bienvivido y Bienvivida

BUENO, EN EL FONDO, FONDO, FONDO, NO EXISTIMOS.

lunes, 31 de octubre de 2011

Educación infantil para adultos. Alejandro Jodorowsky. Parte XXV.

                                    

                                   LOS NIÑOS SON NUESTROS MAESTROS

Así describe Jodorowsky la visita de los Magos al recién nacido en su libro Los Evangelios para sanar, página 120, Editorial Joaquín Mortiz, 1996:

Después, a medida que el Mago se aproximaba, su corazón comenzó a latir más y más fuerte y terminó por reconocer a su Maestro en ese pequeño trocito de carne. Por primera vez en su vida, vio a quien tanto había esperado durante toda su existencia: su Maestro.


Porque el bebé es nuestro Maestro. No es nuestro trocito de carne, ni es nuestra prolongación: es el pez que viene a dar un sentido a nuestro océano vacío. Debemos entonces estar completamente atentos a él: es el futuro. Es quién irá más alto y más lejos, e infinitamente mejor que nosotros. Somos el pedestal: él es la estatua. Y desde luego que es superior a nosotros: no estamos aquí para aplastar a nuestros niños y defender nuestra corona, sino para admitir que el niño es superior a nosotros en millares de dominios y que es nuestro Maestro. No viene a tomar nuestro sitio sino a hacernos avanzar un grado suplementario hacia la conciencia cósmica.


Cuando el primer Mago reconoce a su Maestro, entran los demás. El grupo completo está ahí.


Les basta contemplar al niño para entenderlo todo. Nada más es necesario, ninguna lección…: han visto y ello es suficiente.


Y el niño mira a cada Mago. La pólvora que es cada uno de estos Magos se inflama de inmediato. Esa mirada es como una chispa entre barriles de pólvora. Para cada uno de los recién llegados la explosión tiene lugar y luego se extiende.”





 



En la página 175 del mismo libro, dice:

 Es hermoso un niño que sabe más que sus padres. Cuando niños , soñamos que un día nuestros padres aceptarán recibir una sola pequeña verdad proveniente de nosotros.
No es infrecuente que un niño de diez o doce años demuestre algo justo a sus padres; lo que resulta muy raro es que éstos acepten darle la razón reconociendo que el niño sabe más que ellos sobre el tema.
Esto último es lo infrecuente, porque los padres no quieren en absoluto soltar la corona del poder. Reconocer que el niño sabe más que ellos los pone en peligro. Tienen miedo que su hijo se convierta 
en el maestro de la casa, puesto que los padres consideran estar en su casa y no en la del niño.
En general, se piensa que nuestra casa nos pertenece y que otorgamos un cuarto al niño. Durante toda su infancia y juventud, éste no vive en su propia casa: vive en la de sus padres.
No regalamos la casa al niño. desde el instante de su nacimiento, todo lo que tenemos le pertenece. No poseemos nada en lo personal: todo está compartido. Sin embargo, los niños son tratados de otra manera.






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