Bienvivido y Bienvivida

BUENO, EN EL FONDO, FONDO, FONDO, NO EXISTIMOS.

lunes, 19 de marzo de 2012

Dionisíacos en León


                                                                                                      Ahora os contaré la crónica de lo que viví ese fin de semana
 en León. Mi hermano Vicente (Titi) me preparó una charla en El Cafetín para hablar sobre el libro en cuestión. Bueno, primero os quiero presentar a Titi, mi hermano mayor, mi maestro en percusión, él tocaba con 16 años en la mejor banda/orquesta de Bilbao, se llamaban Los Duendes, años 60. Enseguida le seguí los pasos y con 16 años empecé a tocar yo en los Halcones Negros, era una banda de reproducción, básicamente, de la música moderna de la época. También me introdujo en las bohemias de Bilbao y de Madrid, Titi cargó con el dionisíaco (el feo, el malo, el loco) y yo cargué con el apolíneo (el guapo, el bueno, el correcto). Por eso investigo en lo dionisíaco. Coincide que estoy escribiendo esto el día del padre, y es que tuvimos un padre que nos trasmitió lo dionisíaco (Papá, te agradezco la actitud gozosa que recibí de ti, incluso en tus peores momentos no dejaste de mirarnos con amor y humor)


Volvamos a la noche de León, 
noche de vino bueno. 
Dionísio te baja, te baja a lo más real de lo humano. 
Fuí a León a tomar vino y tierra (me caí de bruces en el barrio húmedo al torcerme un tobillo)
La embriaguez te quita toda la importancia transpersonal.
Te muestra que detrás de toda tragedia está lo lúdico también.
Te enseña que poco o nada cuesta ser uno más (ya lo cantó Antonio Vega)


Tuve la suerte de ser llevado al vía crucis etílico por unos grandes bohemios leoneses, Lea y Ursi, queridos compañeros de mi hermano. León, ¡cómo cuidas a mi hermano! 
Me quedo sorprendido siempre que voy a León del corazón de su gente. Bueno, la escena más hermosa fue cuando la dueña de la pensión donde mi hermano y yo dormimos la dipsomanía (locura, manía), nos despertó con un desayuno llevado a la cama de melón fresco, café con leche y galletas. ¡Qué mamá! Con qué amor nos trató. A sus 84 años tiene una belleza luminosa en el rostro, y de lo más humilde que he visto, eso es el espíritu de Dionísio con Apolo, pero transcendidos, o sea, unidos.


Ahora hablaré de la otra cara de Dionísio: Apolo.
Cuando el sábado cogí el tren Alvia en Madrid para ir a León
me fui preparando la charla desde las 11 que salió el tren. Aunque luego suelo improvisar lo que salga, necesito llevar una mínima estructura apolínea. A las 12,30 fui al bar del tren y se me puso delante un efebo culturalista que en su camiseta ajustada se leía en letras supergrandes: POLO. Bueno, todo lo que llevaba escrito en el viaje era sobre la embriaguez y la locura de Dionísio. Ahora bien, uno de los atributos de Apolo es la forma y ese efebo la representaba muy bien, pero al darse la vuelta mostró un tatuaje que le llegaba hasta la nuca con tintes diabólicos, sí, la otra cara de Apolo: Dionísio. Sábado de embriaguez dionisíaca y domingo de ayuno apolíneo, no pude beber ni comer. Y al tercer día resucité sano y salvo...  y escribiendo esto.




Quise llevar a León en forma de homenaje a Genarín (se le hace una procesión pagana el jueves santo) este poema visual que lo podéis ver en el bar Mina. El borracho llevado al mito, alguien que igual que el persa Omar Kayyam llevó el efecto del vino al nivel poético  en su Rubaiyat. Genarín, patrón del barrio húmedo, empapado de buen vino.

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