Bienvivido y Bienvivida

BUENO, EN EL FONDO, FONDO, FONDO, NO EXISTIMOS.

martes, 16 de julio de 2013

Apuntes para improvisadores (22). El tiempo real.


                                               

"El pensador revolucionario sabe que casi todas las mejores ideas se le ocurren cuando ha dejado de pensar"
Alan Watts

Hacemos un uso abusivo del tiempo lineal o tiempo del reloj, ese tiempo mundano que nos corroe por dentro, como si la vida fuera una carrera de fórmula 1 con una meta fija  que hay que alcanzarla a base de medir el tiempo constantemente. Socialmente no está muy admitido salirse de la lógica reinante y considerar el tiempo presente como nuevo y único (compatible con las metas y la agenda), un vivir abiertos a lo que sucede, aunque nos haga cuestionarnos lo conocido y la aparente seguridad. A esa otra forma de contemplar el tiempo y el intelecto Idries Shah lo llamaba el órgano  de comprensión, que existe en todo ser humano, y que trasciende la relación del tiempo hacia una forma más elevada. San Agustín a la pregunta, ¿qué es el tiempo?, respondía, "lo sé, pero si me preguntas, no lo sé". Es decir, que sólo se puede experimentar y entonces ahí las palabras se quedan cortas.

Ábrete tan ampliamente como el cielo
Raúl Lázaro


Alejandro Jodorowsky habla de la expresión pánica como otra forma de entrar en el tiempo real: "Si bien es inútil definir la existencia, podemos decir que ella es lo que somos, y en tanto "cosa constituida de nosotros", la buscamos, pero no en actitud razonante de conocerla, sino en actitud física de vivirla (...) El efímero pánico trata de que el hombre se libere de sus moldes cotidianos y, por medio de la acción improvisada, llegue a desarrollar la totalidad de su ser".  

"El pánico (añade Fernando Arrabales la crítica de la razón pura, es la pandilla sin leyes y sin mando, es la explosión de "pan" (todo), es el respeto irrespetuoso al dios Pan, es el himno al talento loco (...) Es el arte de vivir (que tiene en cuenta la confusión y el azar)".




Aquí Shah, ante el exceso de definir las cosas, se preguntaba: "¿Cómo puedes ser accesible a algo si estás utilizando el intelecto para juzgarlo?" y Watts añade al respecto: "Definir significa fijar, y, cuando te pones a ello, resulta que la vida real no es fija".

Los maestros zen solían usar el método analógico de los koan o parábolas  (no del analítico razonamiento) para conducir a los alumnos al terreno del espíritu fundamental que subyace bajo toda experiencia cotidiana. Los koan desestructuran el pensamiento lógico y revelan su índole ilusorio. Es una forma de encontrar el ser y de abrirse a la intuición. 




Esa otra forma de ver las cosas se ha nombrado de muchas maneras como intento de traducir lo inexplicable: pensamiento lateral, tiempo sagrado, supraracional, simple y luminoso, serendipia, manantial de la creatividad, hemisferio derecho, y lo hemos experimentado todos en la etapa infantil, también en un accidente o momento trágico, paseando por la naturaleza, químicamente con sustancias, es decir, que no hay que aprenderlo sino recuperarlo.

Hay una historia de un cementerio donde en las lápidas  se inscribían los años en que los fallecidos habían vivido plenamente, o sea, en ese estado del que venimos hablando.

Emilio Blázquez


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