Bienvivido y Bienvivida

BUENO, EN EL FONDO, FONDO, FONDO, NO EXISTIMOS.

domingo, 23 de abril de 2017

Movimiento Butoh


Artículo publicado en la revista RTG (Revista de Terapia Gestalt)
Nº 37 /2017. Título del tema monográfico:
MOVIMIENTO VITAL

Hacer consciente el inconsciente. 
Poder sumergirse como el buzo y volver a flote. 
Todo creador es un Orfeo que logra 
regresar en vida del reino de los muertos. 
En eso consiste el arte. 
La obra proviene del reino de las sombras.
TÓTILA ALBERT



Fue en el festival UNO de movimiento y danza consciente  donde pude conocer de forma práctica en un taller la danza butoh. Hicimos un ejercicio donde había que expresar danzando el dolor o la tensión que uno llevara, es decir, exagerándolo y aumentándolo. Dicha propuesta me pareció muy gestáltica, y de ahí nació mi interés por profundizar más en la danza butoh. Llevo haciendo butoh durante dos años una vez a la semana, ¿Qué es la danza butoh? Cuento su origen: 

El primer bombardeo nuclear en 1945 sobre objetivos civiles en la historia de la humanidad en Hiroshima y Nagasaki, trajo consigo la rendición incondicional de Japón ante las fuerzas aliadas. Con el correr del tiempo, las imágenes de algunos sobrevivientes de aquel holocausto nuclear, que caminaban desorientados, con sus cuerpos quemados y con los globos oculares reventados y colgando sobre sus mejillas produjeron una reacción de asco y repulsión entre los japoneses. Ese trágico suceso inspiró la danza Butoh, también llamada "la danza hacia la oscuridad".







El auténtico fundador de la técnica butoh fue el coreógrafo japonés Tatsumi Hijikata (1928-1986), que junto a Kazuo Ohno (1906-2010), a diferencia de Tatsumi, era más un solista performático que un técnico y coreógrafo, conformaron el núcleo de lo que hoy se conoce como danza butoh. Fue en la década de 1960 que comenzaron a desarrollar esta forma de danza usando sonidos, pinturas, esculturas, palabras y visualizaciones para la creación de movimientos que pueden ser muy sutiles, microlentos, rápidos, grotescos, violentos, extremos, angelicales,  fantasmagóricos, demoníacos y oscuros. 

 Es en un taller de danza butoh, donde descubro el origen de la técnica de la silla vacía utilizada en Gestalt.  El butoh actual ha tomado del budismo tibetano distintas prácticas como el enfoque llamado "Feed you demons", o sea, “Alimenta a tus demonios”. Es un enfoque sanador que se basa en convertir tus demonios (aspectos egoicos) en aliados. Este método está atribuido a una mujer yogini  llamada Machig Lapdrön que vivió en el siglo XII en el Tíbet. Se dice de ella que fue una mujer iluminada que cultivó una práctica llamada Chöd. Machig integra la sabiduría chamánica, que era un movimiento fuerte hace mil años (Bön Chamanismo), y el budismo tibetano, creando una especie de sincretismo religioso. Esta experiencia de “Alimenta tus demonios” la hicimos sólo en una ocasión y la variante que tiene respecto a la silla vacía gestáltica es que una vez que hemos integrado a nuestro demonio, después del diálogo establecido intercambiando los cojines con él, hacemos un escrito o dibujo de la experiencia y finalmente improvisamos una danza como una forma de compartir la nueva relación y hacer un ajuste energético con nuestro demonio.


Son enormemente variados los tipos de juegos imaginarios que desde el movimiento corporal utilizamos en los talleres, en cada sesión siempre quedo sorprendido y fascinado. También son muy profundas y variadas las dinámicas de calentamiento. La meditación en la anatomía corporal es parte importante en el inicio de la sesión. 

Mi maestro Jonathan Martineau narra así la aventura de esta danza : “Todo son túneles y puertas de entrada. Cualquier evento, objeto o palabra tienen su segundo sentido que se relaciona con la intimidad de tu vida y sus memorias. Ninguna casualidad. Resonancias infinitas y conexiones en espacios plegados y tiempos invertidos. Se oyen los pensamientos, se materializan las intuiciones, se multiplican las sincronías, se captan memorias ajenas al vuelo, se dialoga con los insectos, se empatiza con plantas y árboles, con duendes y ángeles guardianes, con astros y demonios”. 



La experiencia es grupal, por tanto le damos importancia al contacto físico, a veces sutil, otras veces amontonados y arrollados en el suelo, pero creando con el cuerpo esculturas naturales y originales. La hipersexualidad y la hiperfobia se desvanecen, si las hubiera, al entrar en contacto físico con los compañeros de danza. 

Experimentamos también con frecuencia la retirada, aunque nos encontremos en un rincón de la sala aislados del resto del grupo, no nos sentimos solos ni separados del grupo (de la vida). Bachelard, en palabras de Martineau, deja claro el interés de sentirnos unidos a un todo de forma natural: 

“Cuando la imaginación está viva, todo, absolutamente todo conspira para proporcionarles a los seres aislados una vida universal. Nada que corregir, nada que mejorar, nada que quitar ni que añadir. Escucha, entrega, juego, inocencia, generosidad, más escucha, más libertad, menos conceptos convenidos, más sueños y más consciencia en los sueños, más conceptos que permiten ver un mundo que no alcanza el lenguaje. Miles de ojos, ninguna mirada fija. Ningún espacio fijo. Espacio naciente. Pensamiento naciente. No danza terapéutica. Danza del ser naciente”.


El butoh se nutre de una vanguardia filosófica que entiende el pensamiento como emanación del cuerpo. Una amiga gestáltica después de ver una actuación de expertos en danza butoh, mientras tocábamos con mi grupo musical Dhun.2, me dijo que era una danza muy mental. Tal vez a mí me encaja porque soy de corte mental. Entiendo que es una combinación y cultivo de la mente, imaginación, cuerpo y emoción. También se abre la mente subconsciente y se desmorona la mente enjuiciadora. 

De la página inicial del blog de J.Martineau, “Butosofía.com”, he tomado esta cita suya como presentación de su trabajo: 

“El seminario de butosofia ha sido concebido para sembrar semillas de una nueva manera de comprender cuerpo, mente y espacio en su estado naciente”.


Es una práctica que te lleva a tener más consciencia del constante movimiento que somos. Estoy en movimiento, en una danza persistente; todas mis células están danzando al ritmo de mi pulsación vital. Me pica en este momento en el centro de la espalda, me cuesta llegar y eso me obliga a sacar pecho, mi cuerpo se abre y deja espacio para que siga la danza; para que se movilicen las zonas olvidadas. Respiro y siento que tengo nariz, una nariz que si hablara me diría: “acuérdate más de mí”. Abro los dos orificios de la nariz con los dedos y puede entrar más cantidad de aire, me ventilo el centro de la cara. Se me ocurre escribir esto último como ejemplo de estar más en contacto con la danza del cuerpo en lo cotidiano. 

 En las fechas finales del curso solemos dejar entrar en la sala a amigos para mostrarles una acción escénica. Algo que nos repiten con frecuencia los amigos espectadores es que tiene mucho de estética plástica, aunque no empleamos técnicas de danza, y también dicen que les introduce la actuación en una meditación, otros lo vivencian como un extraño viaje movilizador.

Sí, es un viaje hacia abajo, hacia la oscuridad. Comparable a cuando dormimos en la noche oscura y entramos directamente al mundo de los sueños. Sueños que nos reparan y nos desprenden de toda lógica y seguridad. En Gestalt también jugamos con los sueños, cuando nos identificamos con cada parte del sueño, y todo tiene un significado real. Entonces podemos jugar a ser jirafas, plantas o estrellas. A ser todo. En los sueños estamos desprendidos del control racional, exceptuando los sueños lúcidos. La danza butoh es como entrar en un sueño lúcido, con la diferencia de que incluimos el movimiento corporal. 

 Durante la danza estamos sumergidos en la oscuridad, pero jugando con la seriedad que juega un niño. La oscuridad nos cuida en la noche, nos rehace e ilumina, o sea, experimentamos eso de ser un@ más con el todo. Tiene un efecto psicoactívo, pero sin la resaca de determinadas sustancias , dice Martineau. Al acceder a la oscuridad la luz se enciende sola, como en ciertos servicios públicos donde la luz automática prende al entrar.






En la palabra OSCURIDAD podemos leer “OS CUIDA” , “OS CURA” y “OS CRÍA”


En la danza derviche el giro se hace hacia atrás, hacia la izquierda, que es la ruta hacía abajo, hacia lo oscuro, y de ahí parte el vuelo a la luz de lo real. Así que podemos entrar en nuestro trauma o dolor y danzarlo, exagerarlo y expandirlo. En esta danza el viaje hacia la oscuridad es divertido, nunca frívolo. Te puedes convertir en un cadáver, demonio o monstruo, y gozarlo sutilmente.

Emilio Blázquez

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