Hablar del camino del medio es hablar
de virtud, y eso siempre es muy complicado porque la virtud no se
puede controlar y ni siquiera es nuestra. A veces pretender ser virtuosos se confunde con ser
perfectos. Buscar la perfección suele ser una actitud egóica, crees que cuanto más sabes, más subes, más tienes o más bueno eres, es la evolución. La virtud es algo que emerge
cuando no está presente el ego, es decir, que no se puede conquistar desde el esfuerzo atlético. La enfermedad mayor es el creerse perfecto o el mejor.
También creemos que la evolución de la vida es lineal y que al final, en la vejez, vamos hacia abajo. Desconocemos que estamos siempre creciendo y evolucionando, creer que es de forma lineal es como pegarse un tiro.
Aristóteles hablaba de la virtud: “El
término medio es siempre entre dos vicios, uno por exceso y otro por
defecto, y lo es también en las acciones y pasiones por sobrepasar,
en un caso, el justo límite y en el otro caso, por no llegar a este
justo límite, mientras que la virtud encuentra y elije siempre el
término medio.”
Los sufís ven el transitar por el
camino del medio como un descreimiento de los extremos, a veces el éxito es el fracaso y el fracaso la salida airosa: “ni
ambiciones los cielos ni temas a los infiernos.”
“El espiral simboliza el proceso de crecimiento y evolución. Representa el proceso de volver al mismo punto una y otra vez, pero en un nivel diferente, de este modo que todo se ve con una nueva luz."
Ángeles Arrien
En este cuento popular taoísta del
Caballo Perdido del Anciano Sabio, queda latente el camino del medio como que es ajeno a los ciclos de lo bueno y de lo malo, como la vueltas en espiral:
Había una vez un campesino sabio y su
hijo que tenían un caballo. Un buen día el animal se les escapó y
los vecinos del pueblo les fueron a consolar por su mala suerte, pero
el campesino les dijo:
- El único hecho cierto, hoy aquí, es
que se ha escapado un caballo. Si eso es buena o mala suerte, el
tiempo dirá.
Unos días después el caballo retornó
con una yegua, y los vecinos del pueblo felicitaron al campesino y a
su hijo por su buena suerte. Como la vez anterior el campesino les
dijo:
- El único hecho cierto, hoy aquí, es
que el caballo ha vuelto con una yegua. Si eso es buena o mala
suerte, el tiempo dirá.
Al cabo de un tiempo, el hijo del
campesino, intentando domar a la yegua salvaje, se cayó y se rompió
una pierna. El médico dictaminó que se quedaría cojo para toda la
vida. Los vecinos fueron a casa del campesino y de su hijo para
consolar a este último, consternado por su mala suerte. Una vez más
el campesino dijo:
- El único hecho cierto, hoy aquí, es
que mi hijo se ha roto una pierna. Si eso es buena o mala suerte, el
tiempo dirá.
Entonces comenzó una cruenta guerra en
el país y un grupo de guerreros vinieron a reclutar de manera
obligatoria a todos los jóvenes del pueblo. Cuando se disponían a
alistar al hijo del campesino se fijaron en que este cojeaba de una
pierna:
- ¿Qué te pasa en la pierna? -
preguntó el jefe de los guerreros.
- Me caí de una yegua mientras
intentaba domarla. Nunca más podré caminar derecho o correr-
contestó el hijo del campesino.
- Así no nos sirves. Necesitamos
hombres fuertes para combatir, harás mejor en quedarte con tu padre
y tu mujer - dictaminó el jefe.
El campesino dijo:
- ¿Lo entiendes ahora, hijo mío? Los
hechos no son ni buenos ni malos en sí mismos, lo que nos hace
sufrir son las opiniones que tenemos de ellos. Hay que esperar a como
afectan a nuestro devenir. Un día maldijiste tu pierna y ahora es
ella la que te ha salvado de una muerte cierta.
Otra forma de decirlo desde el camino del medio, o sea, desde el corazón, es la del sufí Hakim Sanai. De su libro El Jardín Amurallado de la Verdad extraigo este verso:
"Cualquier cosa que te suceda, infortunio o fortuna,
es una bendición sin mezcla,
el mal que le acompaña, una sombra pasajera".
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