Bienvivido y Bienvivida

BUENO, EN EL FONDO, FONDO, FONDO, NO EXISTIMOS.

domingo, 6 de febrero de 2011

El hombre de la pipa (Parte II )

               
 Ilustraciones y comentarios de Emilo Blázquez

El gran pez, después de hacerse guardar obediencia, los guió hasta la roca donde continuaba sentado el hijo del pescador. Al día siguiente volvió éste a repetir la operación de triturar la ración diaria de cáñamo, arrojando los cañamones al agua. Los peces, que estaban al acecho, no dejaron escapar ni uno, y fue tal la alegría que sintieron que uno de ellos dijo a los demás:

-Vamos a agradecer al mozo el alimento que nos dispensa, indicándole dónde puede encontrar a su hermana.
Al gran pez le pareció buena la ocurrencia, y fue él mismo quien se dirigió al muchacho:

-Oye bien, hijo de pescador, lo que voy a decirte.
-Te oigo, replicóle el muchacho.
El pez continuó:
-Tu hermana fue robada por un ifrit que vive en una caverna en lo alto de la montaña.

Es en la cueva, símbolo de nuestro interior, donde está nuestra pareja interna. 



El joven agradeció al pez la información y continuó cortando su hierba; llenó posteriormente su pipa y se puso a fumar tranquilamente. Cuando más tarde se reunió con sus hermanos les contó su encuentro con el pez. Pero sus hermanos se echaron a reír, y el que le seguía en edad se mofó diciéndole:


-Es el kif quien habla por tu boca.

Al fin, como ninguno de ellos tenía otra cosa que sugerir, decidieron probar suerte en la montaña. Ensillaron las mulas, dispusieron algún alimento para el camino y emprendieron la marcha. Cabalgaron durante días por regiones deshabitadas, hasta que un día, hartas las mulas de caminar en escasez de pastos y temerosas de los peligros que acecharían por los difíciles pasos de montaña, se dijeron unas a otras:

-Ya hemos hecho bastante por nuestros jinetes; arrojémoslos pues al suelo.

El hermano mayor, que había oído su conversación, advirtió a sus hermanos, pero ellos se limitaron a reír diciéndole:

-Es el kif quien habla por tu boca.

Llegados a un recodo, donde el sendero se tornaba difícil, las mulas, conforme habían decidido, los arrojaron al suelo, salvo al mayor que había tomado la preocupación de bajarse de la bestia de antemano. Los hermanos se arrastraron entre lamentos hasta una cueva cercana y quedaron allí descansando durante tres días.
El mayor volvió a sacar de su hatillo el cáñamo y se sentó a triturar su ración del día, echando a un lado los cañamones. Como quiera que dos tórtolas, habitantes de la misma cueva, observaron la operación, se acercaron al muchacho y se comieron los cañamones, después de lo cual se pusieron a hablar entre sí de esta manera:

-¿Sabes que el ifrit ha traído una nueva doncella?
-¡Ah! Pues no lo sabía –respondió la otra- ¿y dónde la guarda?
-En la cueva que hay bajo aquel pico que desde aquí se divisa.

Dibujo sobre obra de Escher

 El hermano mayor terminó de cortar la hierba y la fumó tranquilamente en su pipa. Al día siguiente se dirigió a sus hermanos:

-En aquel pico que veis hay una cueva, y en ella vive el ifrit que tiene presa a nuestra hermana.
De nuevo los hermanos le respondieron:

-Es el kif quien habla por tu boca.
Y el mayor les replicó:
-Dadme la espada de nuestro padre que yo solo me basto para matar al ifrit.

Los hermanos siguen desconfiando del hermano mayor y lo tachan de incoherente, pero la locura y la inspiración cuando están unidas nos conducen de una forma inequívoca a la meta. Platón hace un elogio al loco inspirado en su obra Fedro:

Pero yo digo que aquel que, careciendo de inspiración y de un toque de locura en su alma, llega hasta el pórtico del templo y cree que entrará en él por obra de su nueva destreza, ése y su poesía no serán admitidos, el cuerdo está en franca desventaja cuando rivaliza con el loco”.
                                                                                                 CONTINUARÁ


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