Bienvivido y Bienvivida

BUENO, EN EL FONDO, FONDO, FONDO, NO EXISTIMOS.

lunes, 1 de agosto de 2011

Educación infantil para adultos. Claudio Naranjo. (parte XIX)

 

Fragmento del libro de Claudio CAMBIAR LA EDUCACIÓN PARA CAMBIAR EL MUNDO, Editorial la Llave D.H., 2004
Viñetas extraídas del libro El espíritu dionisíaco de Fritz Perls, Mandala Ediciones, 2010
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He anunciado esta digresión acerca del aspecto filial de nuestra naturaleza hablando de reverencia hacia la infancia y no sólo de amor, pues me parece que es este matiz del amor el que más necesita ser exaltado, en compensación del implícito desdén hacia los niños que usualmente acompaña al paternalismo o maternalismo, proteccionista y a la vez controlador. Nos haría falta esa actitud que caracteriza a la arquetípica situación de la adoración de los Reyes Magos ante el Niño Jesús, que ha inspirado a grandes artistas, pero que escasamente inspira a los padres de nuestro tiempo a ser humildes ante la conciencia pura de sus hijos. Una iniciativa excepcional me parece la de Laura Huxley, que con Piero Ferrucci ha fundado una organización a la que ha bautizado con el nombre “Los niños, nuestra inversión suprema”. En un breve artículo irónicamente titulado “Las empresas gigantes como educadoras del niño divino”, informa esta autora que en EEUU da a luz cada minuto una adolescente, que cada día 2.756 niños abandonan la escuela, 5.753 niños son arrestados y se producen 8.470 informes de abusos o negligencia. En el mismo país, cado dos horas, un niño es víctima de un homicidio (y la pena para el asesino es menor que en el asesinato de un adulto) y cada cuatro horas algún niño se suicida. Estas cifras validan, a mi parecer, la tesis del psicoanalista Rascowsky, quien decenios atrás afirmaba que más universales que los impulsos parricidas –tan sensacionalmente enfatizados por Freud– son los impulsos infanticidas, y que la agresión generalizada hacia los padres no es sino una consecuencia de la destructividad, igualmente generalizada pero menos reconocida, de los padres hacia los hijos (…)





Naturalmente, la interferencia en el desarrollo infantil a través de la inhibición del juego, la escolarización prematura de tipo disciplinaria y el bombardeo de la televisión, termina por silenciar al niño divino interior de cada cual. Más de un siglo atrás Nietzsche criticó al cristianismo por sus pecados contra la tierra y proclamó que sólo el espíritu de Dionisio, simbolizado por el espíritu del vino, indica nuestra disposición a morir a nosotros en un acto de entrega, trascendiendo los límites, disolviendo nuestra conciencia en un ámbito mayor. Por supuesto, los místicos cristianos han conocido la entrega hasta el punto de conocer una muerte en lo divino, pero a pesar de su vino y de su Iglesia, ésta, con sus teólogos, no ha sido muy apoyadora de sus propios místicos, por lo menos mientras estaban en vida. Y no sólo la Iglesia, sino la cultura patriarcal en la que se inserta, continúa necesitando un mayor espíritu dionisíaco porque Dionisio, el dios marginal de los griegos, rompe todas las formas en su profunda alianza con la vida como es y como quiere ser. Estoy convencido de que los iniciados en los antiguos misterios conocieron bien la inseparabilidad entre Apolo y Dionisio, que encarnan cualidades aparentemente contradictorias, la lucidez y la ebriedad, el dominio y la entrega, el equilibrio y el entusiasmo. Pero podemos confiadamente decir que en el mundo cristiano no ha existido un caso de una comprensión comparable o de una realización comparable, porque de otra manera la imagen de Dionisio no habría sido utilizada para la caracterización del diablo. Pero no es suficiente que tengamos las cualidades apolíneas y patriarcales de lucidez, dominio y desapego, sin una correspondiente capacidad dionisíaca y matrística de entrega al misterio de la corriente de la vida.





La liberación de nuestro niño interior, entonces, requiere de nosotros una actitud muy diferente a todo lo que puede ser logrado a través de la disciplina, requiere justamente la relajación de toda disciplina y el cultivo de una libertad interior inocente. Necesitamos disciplina, necesitamos austeridad, pero también necesitamos una cualidad para la cual no conozco mejor nombre que “confianza organísmica”: confianza en nuestros impulsos, confianza en la sabiduría de nuestra espontaneidad y confianza en el placer como brújula de nuestro yo instintivo.

A la semana siguiente de publicar este texto del chileno Claudio Naranjo sobre cambiar la Educación para cambiar el mundo, se produce esta noticia en Chile: Cien mil estudiantes exigen en las calles de Chile la reforma educativa.

1 comentario:

  1. Y cada ves mas temprano "este sistema" nos obliga a estructurarnos... Lo mas importante en un ser humano es su inteligencia emocional, que escasamente es enseñada, y muchas veces ignorada... El placer nos es innato, y las religiones lo tildan de pecado, que absurdo!

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