Bienvivido y Bienvivida

BUENO, EN EL FONDO, FONDO, FONDO, NO EXISTIMOS.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Educación infantil para adultos (44). Con los niños se cura el alma.




El principal personaje de El Idiota, el príncipe Myshkin, en la obra de Fiodor Dostoyesvki, encarna las virtudes asociadas al espíritu cristiano: mansedumbre, ingenuidad, inocencia, sencillez, sabiduría cordial, amor compasivo. Más que obrar, Myshkin contempla; más que dar, recibe... en él se reflejan, como en un espejo, las vidas ajenas y al verse reflejadas adquieren plena conciencia de lo que son o de lo que no son, en tanto que él transita cándidamente entre ellas sin percatarse apenas del ascendiente que sobre ellas ha llegado a adquirir. 
(Del prólogo de Juan López- Movillas).




Capítulo 6
Allí... allí no había más que niños, y yo pasaba todo el tiempo con ellos, sólo con ellos. Era toda una pandilla, los niños de la aldea que iban a la escuela local. Yo no les enseñaba: oh, no, para eso tenían a un maestro, Jules Thibaut. Puede que yo les enseñase también, pero más que nada estaba con ellos, y así pasé los cuatro años que estuve allí. No necesitaba otra cosa. Les contaba todo y no les ocultaba nada. Sus padres y parientes estaban enfadados conmigo porque los niños acabaron por no poder pasarse sin mí y se juntaban siempre en torno mío, y hasta el maestro de escuela acabó siendo mi peor adversario. Hice allí muchos enemigos, y todo ello a causa de los niños. Incluso Schneider me regañaba. ¿Y qué era lo que tanto temían? A un niño se le puede decir todo, ¡todo! Siempre me ha chocado lo mal que las personas mayores conocen a los niños, lo mal que los padres y las madres conocen a sus hijos. A los niños no se les debe ocultar nada so pretexto de que son pequeños y de que es demasiado temprano para que conozcan algunas cosas. ¡Qué idea tan triste y nefasta! ¡Y qué bien se dan cuenta los niños mismos de que los padres los consideran demasiado pequeños e incapaces de comprender nada, cuando en realidad lo comprenden todo! Las personas mayores no saben que un niño, hasta en un asunto difícil, puede dar un consejo muy bueno. ¡Ay, Dios mío! Cuando ese pajarillo tan bonito nos mira confiado y feliz, ¿no sería vergonzoso engañarle? Y los llamo pajarillos porque no hay nada mejor en el mundo que un pajarillo.



Pero, a decir verdad, si toda la gente de la aldea estaba enfadada conmigo fue a causa de cierto incidente... y Thibaut sencillamente me tenía envidia. Al principio sacudía la cabeza y se asombraba de que conmigo los niños lo comprendieran todo, en tanto que con él no comprendían casi nada; más tarde empezó a burlarse de mí cuando le dije que ni él ni yo les enseñábamos nada, sino que eran ellos los que nos enseñaban a nosotros. ¿Y cómo puede tenerme envidia y calumniarme cuando era él quien vivía con los niños? Es con los niños con lo que se cura el alma...

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